Las ballenas encantadas de Las Terrenas y Cosón
Eduardo García Michel
Eud y Ugi eran dos ballenas jorobadas que vivían en medio de glaciares majestuosos tan altos como el cielo.
Esas aguas limpias y frías eran propicias a sus juegos, pero no les permitían procrear, porque la rutina del clima brumoso escondía el sol. Y sin el sol el corazón se encogía y la niebla que ocultaba el horizonte recordaba la muerte.
Un día Ugi le contó a Eud que en un vértigo tormentoso había soñado que yendo hacia el sur, en una isla donde solía dormir la ilusión, existían unos seres extraños y amables que por medio de la ternura eran capaces de convertir el amor en retoños.
Coqueta y hábil le le dijo: _no quiero morir sin antes tener un hijo tuyo. Tampoco quiero hacerlo sin brindar a nuestras compañeras un lugar idílico en que puedan aparearse, porque siento que el llamado a la preservación de la especie se está perdiendo al mantenernos por tan largo tiempo en estas aguas congeladas_
Prosiguió: _ Te propongo que vivamos la aventura. Es mejor vivir intensamente con la alegría de la esperanza, que consumirnos en la rutina de la noche oscura en estas profundidades tan repetitivamente iguales_ Y agregó: _te amo con locura, pero prefiero morir sola en ruta hacia las islas cálidas de las que soñé llaman ciguapas, que quedarme a verte fallecer con tus músculos ateridos e inutilizados por el intenso frío_
Eud sabía que su vida sin Ugi no tendría sentido. Fue así que le propuso que se hiciesen acompañar por varias ballenitas jóvenes de contagiosa alegría, entre ellas Carl y Jen, con el propósito de que al regreso contaran a las demás el resultado de la aventura, pues estaba consciente de que ese sería su último viaje.
Y nadaron sin cesar con ruta hacia el sur, guiados por la inspiración.
En uno de esos largos y extenuantes días avistaron cerca de una costa a un grupo de seres, junto a manatíes, que contaban sus amores y se divertían con risas estruendosas. Las aparentes sirenas tenían cuerpos imponentes, pero sus pies estaban colocados al revés, volteados. Supieron en seguida que habían llegado al sitio de las ciguapas.
Luego Ugi hizo amistad con una ciguapa encantadora llamada Samaná y con otras dos de nombre Limón y Portillo. Al entrar en confianza le enseñaron el secreto de encender las pasiones, pero el escalón final e imprescindible era solo del conocimiento del gran patriarca Cosón.
Cosón escuchó con interés el deseo de Ugi de quedar inmortalizada con por lo menos un hijo. Se dio cuenta de su nobleza y quedó prendado de su belleza. Varón díscolo y enamorado, sintió envidia de Eud. Fue así como impedido de tener para sí a Ugi le dijo: _te concedo el secreto de la reproducción a cambio de que quedes permanentemente rendida ante mí para que pueda contemplarte extasiado por los siglos de los siglos_
Ugi tuvo sentimientos encontrados, entre ellos el de pegar un fuerte coletazo a Cosón para desprender el espíritu maligno de su cuerpo. Pero luego pensó que, al fin y al cabo, le quedaba una vida corta y si en ese intervalo lograba concebir moriría satisfecha.
Ugi y Eud decidieron aceptar las pretensiones de Cosón. Pensaban que el viejo no tendría fuerza suficiente para obligarlos a quedarse, con lo cual todos partirían en su momento de regreso a sus orígenes.
Fue así como en medio de la ilusión por concebir y del cariño y la ternura de las ciguapas que se volcaron en atenciones y mimos, y aplicando el secreto de Cosón, Ugi y Eud concibieron dos ballenitas hermosas: una a la que pusieron de nombre Terrenas y otra cuyo nombre fue sugerido por las Ciguapas, Toñi o Esperanza.
Cuando llegó el día del regreso a las aguas frías, el grupo de ballenas jorobadas se preparó para la partida con nostalgia y a la vez alegría. Ya Carl y Jen habían tenido con sus respectivas parejas otras dos ballenitas, a las que pusieron Mich y Rosy.
Al iniciar la partida Terrenas intentó moverse rumbo al norte y comenzó a sentir que su cuerpo se hacía más pesado y su corazón latía lento. Quedó paralizada y estalló en llanto. No podía moverse. Y su cuerpo empezó a consolidarse como si en vez de músculos le salieran rocas. Ayyyy! AAyyyy! Ayyyy! gritaba Terrenas mientras quedaba anclada frente a la costa.
Al contemplar a Terrenas en esas tristes condiciones, Ugi y Eud, furiosos, pidieron explicaciones a Cosón, y éste les dijo que era parte del trato y que ahora le tocaría a ella el mismo destino. Agregó que quedaría como símbolo y muestra, y dijo que, en lo adelante, para que las ballenas jorobadas pudieran procrearse debían regresar año por año a estas tierras, guiadas por Toñi o Esperanza, donde encontrarían la felicidad y la certeza de preservación de la especie. Mientras tanto, Cosón, se contentaría con contemplar a Ugi y amarla platónicamente por el resto de los siglos.
Dicho esto, Ugi comenzó a estremecerse y a sentir como su cuerpo se transformaba en roca, junto a Terrenas. Eud, desesperado y transido por el dolor intentó agredir a Cosón, pero éste saltó fuera del agua y se colocó lejos de su alcance. Finalmente, resignado, le rogó que le diera el mismo destino que a su amada Ugi. Así fue como también se transformó en roca.
Por su parte, Carl, Jen, Mich, Rossy, los demás y Toñi o Esperanza, ubicaron en sus mentes el contorno geográfico donde se dibujaba el perfil de Ugi, y Eud, junto a Terrenas, esculpido en rocas dentro del mar a semejanza de cayos ciclópeos. Con rumbo norte, ya de soslayo, alcanzaron a ver como Cosón se recostaba en la arena y también quedaba petrificado mirando para siempre a Ugi, rendido de amor.
Es así como, desde entonces, cada año, las ballenas jorobadas descendientes de Ugi y Eud visitan puntualmente el santuario de las Terrenas y Cosón en busca del elixir maravilloso que les permita renovar la especie. La imagen de las tres ballenas petrificadas puede verse todavía en forma de cayos, frente a la costa.
