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18 de Febrero, 2012 · cuento

Inversión y pública y prioridades

Inversión pública y prioridades

Eduardo García Michel

_ En verdad, Abimbao, ¿piensa usted que el interés particular cabalga a sus anchas sobre el interés colectivo?

_Lo que pasa, Cucharita, es que aquí la memoria es tan corta como el cerebro del jején. Desde que tenemos bandera y escudo, ha venido ocurriendo lo mismo.

_Déjese de filosofar. Mejor será que se ponga dentro del marco de sus zapatos, que usted apenas es bachiller.

_Si, pero pienso con el cerebro, no con el birrete.

_Anjá, siga así, don Aristóteles.

_Mira, Cucharita, que en todo te metes, fue bueno que Ramón Flores, el teórico ese del programa de televisión Siglo 21, afirmara que el uso del poder político para fines particulares se hizo más común en el régimen de Trujillo.

_Carajo, Abimbao, ya estoy cansado de que al ególatra se le involucre en todo.

_Tienes razón, pero es que las prácticas que se hicieron comunes en ese gobierno, se trasmitieron hacia adelante y,  todavía, al día de hoy, algunas perduran.

_ ¡Qué brillante! Es que las prácticas siempre se transmiten hacia adelante; lo contrario nunca sucede, aunque ahora leo en los periódicos que hay filósofos que aseguran que todo es posible de acuerdo a la física cuántica.

_No divagues, Cucharita. Lo cierto es que en el régimen sanguinario del monstruo degenerado el poder se usó para usufructo particular: si el tirano creaba una fábrica de pintura de su propiedad, se decretaba la obligatoriedad de pintar todas las casas una vez al año; si montaba una industria de calzados, se ordenaba que nadie pudiera andar descalzo; si una de cemento, y las carreteras tenían que construirse con ese material, no con asfalto; si de chocolate, y éste entraba en el menú del desayuno escolar; y así sucesivamente.

_Oiga, Abimbao, ¿y no habrá chance de que montemos alguna fábrica y de obligar a la gente a que nos compre al precio que queramos, a ver si salimos de la cuenca que tenemos? ¿O es que usted no tiene relaciones que influyan?

_ Déjate de vainas y ponte a estudiar y a superarte. Mira, yo, aunque bachiller, no pienso quedarme así. Ya lo verás.

_Pero si usted vive en el aire, hablando de tantas cosas que la fuerza se le va por la boca.

_Concéntrate y no te salgas de vereda. Mira, de un tiempo acá no hay inversión pública si no se hace con préstamos. Se ha tomado dinero prestado hasta para pintar las líneas de las carreteras y ponerles los ojitos de gato para que se los roben pronto, porque a nadie le importa que se los lleven.

_ ¿Y qué? Agárrese de esta: cuando vivía el déspota existía el binomio funcionario-empresario y la vaca se ordeñaba para beneficio de quién usted sabe y de su grupo. Ahora hay un trinomio funcionario-contratista-prestamista. No se sabe cuál es el reparto, si lo hubiera. En gancho no caigo.

_Cucharita, por fin pegó una.

_Y las que faltan.

_Puedes agregar que ya no hay proyecto de inversión pública sin prestamista y que éste viene en mancuerna con el contratista. De modo que no se planifica, sino que se reciben propuestas de contratistas interesados. Las prioridades de inversión pública las deciden los interesados en el negocio, no las necesidades del país.

_Coja esta otra Abimbao: no importa que el proyecto sea útil, sino que esté financiado. Por eso, hay presas sin ríos, que digo, casi sin ríos, sin agua; acueductos con muchas tuberías, insuperables para soplar aire; carreteras hechas, que se dañan de una vez, y se hacen de nuevo para que vuelvan a dañarse; y así.

_Es que no me explico cómo se permite que las prioridades de inversión las establezcan los ingenieros y empresarios, cuando esos proyectos obedecen a sus propios intereses, buenos para ellos, pero quizás no tanto para la población.

_Ahí le doy la razón.

_Cucharita, pero también hay préstamos generosos sin proyectos ni contratistas, como los de Petrocaribe y de organismos internacionales.

_Abimbao, ¿y para qué fue que usted estudió? Esos son peores porque al no estar atados se usan como el que se aplasta y no lo siente. Se queman en subsidios.

_Es verdad. Estoy en creer que lo mejor es hacerle caso al ángel regordete de Alemania, la Merkel, que hace muecas a los europeos y les dice que no cuenten con su dinero si no se disciplinan y funcionan sin déficit.

_ ¿Y eso se podrá hacer aquí?

_ Cucharita, el mundo está al revés. El riesgo soberano debería estar penalizado por los efectos tan traumáticos y colectivos que causa. Cuando ese riesgo de países desarrollados esté muy por encima del corporativo, quizás desaparezcan las crisis soberanas.

_Y nos iría mejor. Por lo menos no habría paliza soberana, que es como los infelices como yo sentimos las crisis. 

publicado por egarciamichel a las 14:00 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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