Complaciendo a Tony Raful sobre ideas centrales del tiranicidio
Eduardo García Michel
En un reciente artículo, el destacado intelectual y demócrata, Tony Raful, afirmaba que, a diferencia del movimiento 14 de junio, en el caso de la gesta del 30 de Mayo “no se conocen las ideas centrales del tiranicidio, más allá de liquidar al monstruo”.
A ese respecto, hacemos las siguientes consideraciones.
Primero, “las ideas centrales del tiranicidio” no se conocen lo suficiente, pero existían. Ocurre que se han resaltado aspectos particulares, pero no se ha explicado la gesta ni en sus motivaciones trascendentes, ni en su visión de futuro, salvo honrosas excepciones.
Lo anterior no debería impedir darse cuenta de lo obvio: la democracia y libertades que hoy se disfrutan, se deben a la materialización del tiranicidio. La idea central del grupo era que el tiranicidio tendría ese resultado, tal y como ha ocurrido.
Segundo, las agrupaciones patrióticas dominicanas lucharon todas por lo mismo. Había un factor común y principal, romántico y sublime: la ofrenda de lo más preciado, la vida, a cambio de lograr el ideal de libertad, no para individuos aislados sino para la comunidad.
En la gesta del 30 de Mayo lo más relevante, y en eso resultó única, fue que se logró el objetivo primario que se trazaron. Otros lo intentaron, pero no pudieron alcanzarlo. Fue una empresa en la que la casi totalidad de los dominicanos que vivieron la época ni siquiera se atrevía a pensarla, a elaborarla intelectualmente, y mucho menos a ejecutarla.
En la mente de aquellos iluminados por el ideal y en sus retinas encendidas, estaba claro que se trataba del ahora o nunca, y que no cabía entretenerse en hermosas disquisiciones, porque la realidad golpeaba a cada minuto con elocuencia brutal.
Tejer esa madeja era de por sí un programa de gobierno grandioso, que se dirigía a restablecer las libertades fundamentales de los ciudadanos, de lo que dependía todo lo demás. Y no hacía falta más que acción decidida, porque ya todo estaba elaborado en la mente de cada uno de ellos, que resumía, sintetizaba el sufrimiento de un pueblo sometido a la sumisión absoluta. Y nada de eso necesitaba ser implantado en folletos. Por eso triunfó el ¡ahora!
En un artículo anterior decía que “los hombres de la gesta del 30 de Mayo eran recios, imperfectos, impuros, comunes, colaboradores en alguna medida del régimen, pero tenían algo que los distinguía: una sensibilidad desarrollada y el convencimiento de que debían cumplir una misión histórica. Les dolía su pueblo, les atormentaba el espíritu cada vez que conocían o escuchaban de alguna nueva ignominia, de un abuso, humillación. Y por eso actuaron. Se elevaron sobre sus propias miserias, vencieron sus escrúpulos, y con un solo acto fugaz purificaron el devenir de toda una vida.”
En tercer lugar, es que, además, sí hubo conceptualización formal, escrita.
La conceptualización es necesaria, ayuda a ver la luz al final del túnel. Orienta. Fija una dirección. Debería ser como esas materias básicas, sin cuya aprobación previa no pueden cursarse otras.
Existió un plan político básico de 10 puntos, escrito por uno de los que sobrevivieron y que fue mantenido en el anonimato por decenios, distinto a la proclama que era un llamamiento a que el pueblo apoyara el intento de golpe de Estado.
El punto de partida del plan político era la subordinación de las ambiciones personales a la conveniencia de la nación. Y en eso hubo pureza de sentimientos, pues aún tomado el poder, se renunciaba a retenerlo por mucho tiempo para abrir paso al debate amplio de las ideas y a la discusión abierta de los mejores programas democráticos y sociales.
Planteaba, además, el fin de la impunidad; la creación de tribunales especiales para juzgar y aplicar la pena de muerte y penas severas a los que cometieron crímenes de lesa humanidad y saquearon los bienes públicos.
Asimismo, contemplaba la confiscación a favor del Estado de todos los bienes mal habidos. Y el establecimiento de un gobierno provisional con la misión de crear las condiciones para convocar a elecciones democráticas y libres. Y traspasar el poder. Y parte de todo eso sucedió, según ellos lo habían concebido.
Como se ve, ese plan no era poca cosa. De haberse ejecutado a plenitud, probablemente el país sería distinto y mejor.
