Conversatorio sobre Horacio Vásquez
El pasado 14 de octubre se celebró un conversatorio en Moca, en el Teatro Don Bosco, en esta ocasión sobre el papel de la familia Vásquez en acontecimientos históricos. Fue auspiciado por el Senador de la Provincia Espaillat, José Rafael Vargas.
Este tipo de actos permite a las comunidades crear consciencia de sus valores, fortalecer la memoria histórica, e impulsar la cultura local, concebida como el conjunto de manifestaciones humanas que va perfilando su carácter.
En el caso de Moca la lucha por la libertad forma parte de sus valores más reverenciados. Es parte de su manera de ser. Y eso le da perfil histórico, ya que está conectada a episodios de heroísmo.
En el conversatorio se destacó que el apellido Vásquez es integrador en la dimensión libertaria y política, ya que ha estado presente en la mayor parte de los grandes acontecimientos de ese tipo en que han participado los hijos de esa comunidad.
Así, los tres presidentes que ha parido Moca, tienen en común el apellido Vásquez: Horacio Vásquez Lajara, Mon Cáceres Vásquez, y Héctor García Godoy. También lo tienen los participantes en los dos tiranicidios que ha habido: Lilis (Horacio y Mon), y Trujillo (Antonio, Mario y Ernesto de la Maza Vásquez; Eduardo Antonio y Bienvenido García Vásquez; Tunty Cáceres Michel).
Asimismo han estado presentes en expediciones patrióticas: Cayo Confites (Francisco Alberto Henríquez Vásquez); Luperón (Federico Henríquez Vásquez); 14 de Junio (José Horacio Rodríguez Vásquez, José Cordero Michel, Tony Mota Ricart). Y entre los que defendieron el orden constitucional en Las Manaclas en 1963 (Emilio Cordero Michel y Leonte Schott Michel).
Otro de de los puntos que fue destacado es que transcurridos 50 años del ajusticiamiento de Trujillo, la figura del Presidente Horacio Vásquez sigue sumergida en el ostracismo en que lo colocó el tirano, que siempre trató de empequeñecerlo, denigrarlo, destruirlo.
Horacio fue un monumento a la honestidad, valor que encarna y cuya difusión tanto bien podría hacer al país. Fue también protector del desarrollo industrial y agropecuario e impulsor de obras de infraestructura como canales de riego, carreteras, puentes, acueductos, entre otras. Pero por encima de todo fue el presidente que más ha propiciado el ejercicio democrático y el respeto escrupuloso a las libertades públicas. Y todo eso invita a valorizar, desde su pueblo, su obra y figura.
Algunos han tratado de mantener una división dentro de la rama Cáceres de esta familia y la rama de Horacio, para lo cual todavía a la altura de hoy siguen sembrando cizañas. Y es verdad que en el pasado hubo desacuerdo entre estos recios hombres de Estado, pero nunca como para que pudiesen borrarse sus nexos de sangre ni la amistad y compañerismo que los unió durante la mayor parte de sus vidas.
Es bueno recordar que esos troncos volvieron a reconciliar sus raíces mediante lazos repetidos de matrimonio y la procreación de una nueva descendencia, que volvió a unirlos. Y eso es lo importante, mantener esa unión con respeto y admiración mutua.
Se sugirió, de mi parte, que en la ciudad sea construido un centro histórico, cultural, peatonal y verde, en los alrededores de la iglesia Corazón de Jesús, que es patrimonio arquitectónico, que incluya el Teatro Don Bosco, el Centro Deportivo, la cuadra de la casa que perteneció a Antonio de la Maza Vásquez, la casa que fue de Donato Bencosme, la de Horacio Joaquín y la actual plaza hermanos de la Maza.
Ese centro debería ser del tamaño de los aportes de Moca al país, que son muchos; y eso significa que sea monumental, majestuoso y práctico; que dé idea de grandeza e inspire el amor permanente a la libertad y el rechazo a toda clase de sumisión. Por tanto, habría de ser diseñado por arquitectos con sensibilidad y sentido de la dimensión urbana, para que transforme el casco urbano, le dé perspectiva de ciudad abierta, amigable, funcione como pulmón e invite a su recorrido peatonal para contemplar los establecimientos culturales que se erijan y participar en forma interactiva en los eventos que puedan organizarse.
Es, pues, un reto que debe ser asumido por los jóvenes arquitectos con inquietudes y compromisos con la comunidad. En las inmediaciones de ese Centro Cultural e Histórico podría organizarse un conjunto de establecimientos que darían mayor vida a la zona. El Centro y su entorno contribuirían a la atracción de turistas.
Moca lo merece y debe exigir su realización a la clase política.
Finalmente, Tamboril también merece que la casa que fue de Horacio, donde murió, sea remodelada por el Gobierno y sirva de atracción a visitantes. Y Moca que sus restos sean trasladados a su pueblo, junto a Doña Trina, a la iglesia Corazón de Jesús, para que descansen en paz arropados por el cariño de su gente.
En resumen, estimulante acto.
