La Fundación Hermanos de la Maza
Eduardo García Michel
El 11 de octubre del 2010 quedó incorporada legalmente la Fundación Hermanos de la Maza, cuyo propósito es rendir tributo a los seis hermanos que ofrendaron su vida por la libertad: Octavio, Antonio, Mario, Ernesto, Pablo y Bolívar.
Esa fundación tiene marcada su legitimidad y derecho a la existencia en el sello histórico de la sangre generosamente derramada en la lucha contra la opresión de un pueblo y en el arrojo, determinación, heroísmo y martirologio de los ancestros cuya memoria desea honrar.
Entre esos hermanos, Antonio de la Maza Vásquez fue el titán que ejecutó la hazaña de decapitar al régimen brutal de Trujillo, junto a un grupo de valientes que lo acompañó en tan singular epopeya.
Pocos saben que desde muy joven se opuso y levantó contra Trujillo en los inicios de la Era, porque su instinto natural le indicaba que se estaba incubando un monstruo. Y en la década del 50 intentó actuar otra vez, antes de 1957 cuando la tiranía asesinó a su hermano Octavio (Tavito), aunque se ha extendido la idea de que el deseo de venganza fue la causa primordial que lo motivó a organizar la conjura.
Tampoco se conoce que en los días de la expedición de la Raza Inmortal de 1959, Antonio de la Maza Vásquez y Antonio García Vásquez identificaron en el general Juan Tomás Díaz a un aliado valioso para organizar un cambio de régimen y lo enrolaron en la conspiración. Ese general, entonces activo, se convirtió, a partir de ese momento, junto a De la Maza, en líder político y militar de lo que fue la gesta del 30 de Mayo, mucho antes de que cayera en desgracia y fuese pasado a retiro porque una hermana suya buscó asilo en la Embajada de Brasil en 1960. Y lo hizo sacrificando poder, familia y bienes, obsesionado por la idea de contribuir a abatir una tiranía atroz.
En los conjurados provenientes de Moca coincidían vínculos familiares ligados a acontecimientos históricos como el ajusticiamiento del tirano Lilís, en 1899, y su participación en diversas expediciones contra Trujillo, lo que permite plantear la hipótesis de la existencia de una cultura de la libertad asumida por esas familias y ese pueblo a través del tiempo.
En el caso de las familias de los otros participantes en la gesta de distinto origen geográfico al de Moca, también hubo participación en hechos gloriosos, como es el caso, solo a modo de ejemplo, de los Díaz e Imbert.
Con mucha probabilidad se desconoce, a 50 años del ajusticiamiento, la enorme capacidad de desprendimiento y los valores que estaban presentes en todos los conjurados involucrados en la gesta.
Pocos han oído o leído que si Trujillo no caía en la avenida iba a ser ajusticiado de todas maneras en Moca, a principios de junio, con fusiles o sin fusiles, porque todos los integrantes de la conspiración estaban acuciados por la necesidad de lavar la afrenta hecha a un pueblo, simbolizada en el imperdonable asesinato de las hermanas Mirabal, que rebasó el umbral asimilable de tolerancia.
Por consiguiente, es inmensa la labor de divulgación pendiente de ser realizada, que debe cubrir a todos y cada uno de los participantes en el movimiento, sin exclusiones antojadizas y mezquinas que no resisten el rigor del análisis, con objeto de resaltar las motivaciones auténticas que los impulsó a participar en el acto de sacrificio supremo que fue el tiranicidio. Con eso se estaría contribuyendo a que se asiente definitivamente la verdad histórica.
Ojalá la Fundación Hermanos de la Maza pueda ayudar a que se cumpla esa misión, lo cual sería un complemento y refuerzo al trabajo que deben seguir realizando otras instituciones. Le damos la bienvenida. Y ojalá surjan otras.
Tienen por delante una formidable labor: primero, ser modelo de comportamiento cívico; segundo, mantener vivos los valores por los que sus ascendientes se sacrificaron, sobre todo la defensa irrestricta de las libertades; y, tercero, contribuir con su hacer cotidiano a que cada día se construya una patria más grande, democrática y justa, con instituciones fuertes.