El Foro Anual de Turismo (FODATUR)
Por Eduardo García Michel
Acaba de celebrarse el Foro Anual de Turismo, en el que se analizó la realidad del sector y se examinaron las perspectivas.
El turismo fue un caso de éxito entre 1980 y 2005, luego de un incipiente arranque en 1970. En el último quinquenio luce relativamente desacelerado.
Lo tradicional ha sido que se abra una nueva oportunidad y se clausuren otras existentes bajo el argumento de que la anterior se agotó. No se superpone la preservación de lo logrado con la incorporación de lo nuevo. Al contrario, se habla de agotamiento y se deja que sea extremo. Eso es lo que ha ocurrido con las exportaciones del agro y con la propia industria, pero no deberíamos dejar que se repita lo mismo con el turismo.
Por tanto, es hora de que aprendamos a apoyar las nuevas ventanas de oportunidades sin permitir que se destruyan las existentes.
En el proceso de consolidación del turismo en las últimas décadas hubo presencia de políticas públicas de calado, tanto de carácter fiscal, como cambiario, monetario, financiero e institucional. Ejemplo de estas son las leyes de incentivos fiscales, la liberalización del mercado de divisas, la creación del fondo Infratur, la construcción de infraestructura turística, y la decisión de apertura de los cielos a la aviación civil.
Pero también hubo la contraparte privada: Una clase empresarial local visionaria, que aceptó el reto, inspiró las políticas y asumió el desafío. Una clase empresarial foránea que vio la oportunidad y la aprovechó reorientando sus recursos y aportando su experiencia y dominio de mercado. Condiciones naturales extraordinarias para el fomento del turismo de playa. Población receptiva, amigable y con voluntad de adaptarse para prestar servicios, junto con una estructura productiva que progresivamente ha dado apoyo y se ha diversificado.
Las cifras alcanzadas avalan el éxito, pero también muestran una tendencia peligrosa a tocar techo.
En efecto, en 2010 se alcanzó la cifra de 3.5 millones de visitantes extranjeros y 600,000 dominicanos no residentes. Llegamos a las 67,000 habitaciones hoteleras, pero con una tasa de ocupación que ha descendido. Se empleó a alrededor de 195,000 personas. Y hubo ingresos de divisas por alrededor de US$4, 200 millones.
Pudiera parecer mucho, pero en realidad es poco comparado con el potencial.
En los últimos años lo que se observa es una tendencia a la sobrevivencia, como si se hubiera perdido la vitalidad. En este año la llegada de turistas ha crecido en un 3.7% hasta junio, pero en el resto del mundo el desempeño ha sido mejor. Y la meta es estar por encima, no por debajo del promedio. Incluso hay destinos que están mostrando una gran vitalidad. La OMT mantiene la previsión de crecimiento en la llegada de turistas en el mundo den alrededor del 5% en 2011, con regiones con un desempeño situado muy por encima de ese promedio.
Por su parte, en el seno del sector se observan signos de preocupación porque aseguran que se ha perdido rentabilidad y competitividad y se advierte cierto desinterés por reaccionar, efectuar los cambios y adoptar las medidas pertinentes. En consecuencia, la inversión ha comenzado a retraerse y a enfocarse en destinos alternativos.
Son muchos los ajustes que habría que hacer en el plano macroeconómico, microeconómico, institucional y organizativo para devolver la ilusión y terminar de reforzar un sector de tanta relevancia. Entre otras cosas, es evidente que existe un desajuste cambiario que explica la expansión dinámica de los sectores de no transables y la pobre evolución de los transables, así como el déficit recurrente y profundo de la cuenta corriente. También hay elementos de la estructura tributaria susceptibles de ser revisados, sobre todo para igualarnos con otros destinos y equilibrar la carga entre el sector formal e informal.
Aparte de eso tendremos que aprender a organizarnos mejor en todos los aspectos, lo que redundaría en mayor bienestar para la población en general, en adición a estimular la llegada de turistas. Y también definir qué tipo de turismo queremos tener y adaptarnos a ese perfil.
Aparte de las grandes políticas y líneas maestras hace falta ejecutar bien las cosas sencillas, las que se suponen sobre entendidas. Por ejemplo, asfaltar las carreteras y calles, señalizarlas, cuidar la seguridad pública, recoger la basura y eliminar los vertederos improvisados, mantener la iluminación, reforzar las normas de urbanidad, establecer y ejecutar el ordenamiento territorial, perseverar en la promoción, organizar el tránsito, y así sucesivamente.
El maná puede que llegue del cielo en forma de lluvia de turistas, pero para mantenerlo se requiere prepararnos adecuadamente para dejar en ellos una impresión favorable que invite a extender la permanencia y propiciar su regreso.
Es muy probable que en muchos de los aspectos señalados debamos revisarnos. Y pronto.