El presupuesto 2012
Eduardo García Michel
El presupuesto de la nación es una pieza importante para los agentes económicos y para la ciudadanía en general, por la valiosa información que contiene para la toma de decisiones.
Eso no ha impedido que el Senado de la República acabe de perderse en la pequeña política, al haber aprobado recientemente esa pieza, sin debate, análisis, y probablemente sin haber ni siquiera hojeado su contenido.
Tal actitud reafirma la creencia de que el legislativo, para que pueda ejercer adecuadamente su papel de contrapeso y control, debe de estar integrado con mejor balance, y si no fuere posible porque los votantes no siempre miden las consecuencias de sus actos, con mejor consciencia.
Eso es parte del camino que falta por recorrer para tener una verdadera democracia.
El entorno económico previsto en el documento presupuestario se atiene a lo convencional: 5.5% de crecimiento del PIB; 5.5% de inflación; RD$40.30 por US$ para el tipo de cambio; y precio promedio del petróleo igual a US$101/barril. Naturalmente, la situación mundial tiene de todo menos de convencional, por lo que cualquier previsión está sujeta a un grado elevado de incertidumbre.
El proyecto incorpora algunas variables colocadas a modo de rompecabezas, quizás con la intención de que las piezas se vayan ajustando a partir de agosto próximo.
Se prevé una reducción de más de RD$26,000 millones en el financiamiento del presupuesto, lo cual parecería ser una magnífica noticia, si no fuera porque existieran dudas acerca de cómo va a cubrirse esa caída en el financiamiento.
Llama la atención el fuerte incremento estimado para los ingresos fiscales, de alrededor del 18%, sin que se especifique la razón, ya que ni el entorno internacional ni el interno parecen propicios a la dinamización de las actividades. Ese incremento de los ingresos fiscales compensaría en parte la reducción en el financiamiento.
No se explica si esa expansión en los ingresos fiscales obedece a una estimación de mejoría en la eficiencia tributaria, reducción de la evasión, o si incorpora una intención de nueva reforma tributaria, probablemente a partir de las elecciones.
Como suele ocurrir, el gasto de capital se muestra auspicioso, con un incremento de más del 30%, motivo para el optimismo, si no fuera que ya se sabe que es solo un número puesto para que sirva de factor de ajuste. En efecto, la práctica consiste en usar la tijera para reducir el gasto de capital, porque es menos rígido que el corriente. Sin embargo, en algún momento esa tendencia debería de cambiar.
La otra cara de la moneda es un gasto corriente proyectado con un pequeño aumento de algo más del 3%. Puede que ésta sea una nota de humor: siempre se afirma que el gasto de capital crecerá, pero no lo hace. También que el corriente disminuirá, pero en cambio aumenta. No hay seguridad alguna de que en 2012 se romperá ese patrón.
Las aplicaciones financieras no son más que la amortización que se hace de la deuda. Se proyecta una disminución de alrededor del 12% en el pago de estas amortizaciones. En este caso tal vez se anticipa que ocurrirá un milagro: que debiéndose más, se pague menos. Nunca se sabe, pero en el trópico la exuberancia de las palmeras puede provocar ese tipo de espejismo.
Escueto, condensado, esa es la crónica de lo que se entiende fundamental del proyecto de presupuesto para 2012.
Quedan los flecos, es decir los colaterales que a veces pesan tanto como lo sustantivo.
Consecuencia del más y menos es el déficit fiscal previsto: 0.9% del PIB. Envidiable. Hace mucho que se persigue un resultado así. ¡Qué pena con Grecia, que lo tiene tan lejos!
Superávit primario, es decir ingresos menos gastos sin incluir los intereses de la deuda: 1.4% del PIB. Fantástico, pues así alcanza para pagar una parte sustancial de los intereses de la deuda. Sólo que durante años se ha tratado de llevarlo a que sea igual o esté por encima al 2% del PIB, y no ha sido posible.
Otros flecos de algún valor: se contempla la reducción del subsidio eléctrico a US$300 millones. Ejercicio de calistenia mental ya repetido, sin resultados positivos, pero que opera como un bálsamo en la piel irritada.
También se prevé mantener invariable el consumo del Gobierno. Ejercicio inútil.
Lo principal es que 2012 será de elecciones para elegir el Presidente. El traspaso de mando se efectuará en agosto. La práctica ha sido consumir los recursos en un porcentaje parecido al 100% a la altura de ese mes. Pero eso es solo una anécdota que nadie sabe si será reiterada o en su lugar habrá mayor responsabilidad fiscal. Ojalá que sea esto último.
¿Dependerá de quién gane? No se sabe.
