El Archivo General de la Nación
Eduardo García Michel
_Óigame bien, Cucharita, estamos entrando al Archivo General de la Nación. Tenga compostura y haga silencio, pues este es un lugar de respeto.
_Déjese de apantallarme, que nos conocemos.
_Usted ve, el edificio está nuevecito, recién remodelado. Y aquella es la sala de entrada y de registro.
_Abimbao, ¿y quiénes son todos esos que están en las fotografías colgadas en las paredes con bigotes como si fueran brochas?
_Hable bajito. Son los próceres.
_ ¿Los qué?
_Los próceres; o sea, dominicanos que se distinguieron en el pasado.
_Abimbao, vírese. Mire ese tronco de muchachona que está parada detrás del mostrador.
_Cucharita, aquí no vinimos a eso. Tranquilícese.
_Ahora si fue.
_Mire, entremos por aquí, a la sala de usuarios. Pero, espérese, ahí están los jefes del Archivo, un tal Cassá y el otro Paulino. Vamos a arrimarnos a ver qué explicación están dando a ese grupo.
_ ¿Esos dos? Parecen de la UASD; uno con saco, lentes de tacones de zapatos y los ojos encendidos como lechuza; el otro con guayabera y la vista divagando. Mejor vayámonos, Abimbao, que aquí no hacemos nada.
_Psssh, cállese; son historiadores y ahora guardan la memoria histórica.
_Andapaelcarajo, ¿y si se les olvida? A cualquiera le pasa.
_Déjese de tonterías, Cucharita. Oiga, están hablando de que el Archivo tiene en sus depósitos 220 mil cajas de documentos, lo que equivale a unos 20 kilómetros si fueran colocadas una detrás de la otra. Y que tienen unos escánares con los cuales han digitalizado 15 millones de imágenes de documentos, 12,000 títulos de libros y toda la prensa dominicana desde el siglo XIX hasta 1930.
_Abimbao, ¿y será que aquí no hay ratones para poder haber conservado tantas cajas con papeles?
_No vuelvo a traerlo aquí. Piense. Aprenda. Y sepa que escanear es copiar, y digitalizar significa ponerlo en formato electrónico para que pueda verse en pantalla de computadora, en vez de papel. ¿Usted se imagina lo que es digitalizar tantas imágenes? Y tener así toda la prensa dominicana desde que fuimos país hasta 1930.
_Si, me lo imagino. Pero ¿usted se ha dado cuenta? Del gran perverso para acá no tienen nada digitalizado. Je, je, je, la sombra del ególatra sanguinario y sus secretos que salpican honras de cartón; lodo espeso y nauseabundo. No quieren meterse en eso.
_No hombre, no. Debe ser por falta de tiempo. Ese trabajo requiere paciencia. Pero usted tiene razón, deben apurarse con la documentación del 1930 para acá. Oiga, están diciendo que hay disponibles más de medio millón de fotografías y 15,000 videos de programas de televisión dominicana, aparte de colecciones de mapas antiguos.
_Por lo que veo aquí lo que hay son fósiles.
_ ¡Burro! Ya le dije que guardan la memoria del país. Fíjese, hablan de que la hemeroteca y biblioteca alcanzan los 27,500 títulos e incluye el primer impreso hecho en Santo Domingo “Novena para implorar la protección de María Santísima, por medio de su imagen de Altagracia”, de 1800.
_Así ha querido vivir este país de la virgen de la Altagracia. Los políticos lo embarran todo y la virgen nos salva. El Archivo debería imprimir 10 millones de ejemplares de esa novena para repartirlos gratis y que todos nos encomendemos a esa virgen.
_Cucharita, es verdad que estos dos conversan mucho. Ahora mencionan que la sala de usuarios recibe un promedio diario de 30 investigadores. Y que disponen de un estudio de grabación y no sé cuantas cosas más. Y que el área de investigación ha publicado, en 6 años, 155 volúmenes. Y que están construyendo la sala museográfica y la de conferencias.
_Diantre, pero está gente ha estado recibiendo muchos cuartos.
_Ojalá fuera así, Cucharita, porque un país que no conoce su pasado y su historia, quizás no merezca existir. Se comenta que antes este Archivo de la Nación era un desastre; que se llevaban los papeles para bibliotecas particulares; que comercializaban con el patrimonio público; que desaparecían documentos que comprometían a determinados personajes; que algunos documentos valiosos se perdían por descuido.
_Abimbao, y usted cree que ahora no es así.
_Se lo garantizo. Ha cambiado tanto que ya no hay quién confunda, salvo su mujer, a la palmera con el cocotero.
_Cuando usted habla así me entra la sospecha. ¿No le habrán pagado algo? Comparta la borona conmigo, si es que somos amigos.
_Mire, loco viejo, desfachatado, respete. No se confunda, que lo cortés no quita lo valiente. Ahora, hay que vigilar para que lo bien hecho se conserve mejor; que no se duerman en los laureles. Hay campo donde avanzar; espacio para mayor eficiencia. Pero el agua del coco entra con paciencia y nadie la ve entrar. Me inclino en reconocimiento a la labor cumplida.
_Unjú, nada para mí.
